PISTAS Y BARRO

El discurrir de la marcha se hace ameno cuando en el recorrido nos encontramos paisajes inolvidables. Caminos infinitos con trazados preciosos en donde el tiempo se detiene y el avance sobre ellos se convierte en la mejor de las carreras.

viernes, 14 de febrero de 2014

Nada hiede tanto ni tan mal como la lepra que lo malo pasado deja por la conciencia

Hay ocasiones en las que mas vale borrarse como un muerto, desaparecer de repente como tragado por la tierra, deshilarse en el aire como el copo de humo. Ocasiones que no se consiguen, pero que de conseguirse nos transformarían en Ángeles, evitarían el que siguiéramos enfangados en el crimen y el pecado, nos librarían de este lastre de carne contaminada del que, se lo aseguro, no volveríamos a acordarnos para nada – tal horror le tomamos – de no ser que constantemente alguien se encarga de que no nos olvidemos de él, alguien que se preocupa de aventar sus escorias para herirnos los olfatos del alma. ¡Nada hiede tanto ni tan mal como la lepra que lo malo pasado deja por la conciencia, como el dolor de no salir del mal pudriéndose ese osario de esperanzas muertas, al poco de nacer, que - ¡desde hace tiempo ya¡ - nuestra triste vida es¡.

La Vega de Granada y Sierra Nevada

Extraído del libro: “La familia de Pascual Duarte”


Escrito por Camilo José Cela.


Camilo José Cela, además de muchos premios y reconocimientos, consiguió el Príncipe de Asturias de las Letras (1987), el Nobel de Literatura (1989) y el Cervantes (1995), ahí es nada. Murió en enero de 2.002 a los 85 años y además de su gran obra, sus buenos momentos y ocurrencias y de sus grandes libros nos ha dejado algunas de las mas célebres frases que siempre recordaremos: "Lo malo de los que se creen en posesión de la verdad es que cuando tienen que demostrarlo no aciertan ni una", "No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, porque no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo"... y otras muchas que en estos momentos no recordamos.

El Trevenque y Sierra Nevada

sábado, 8 de febrero de 2014

El viento de levante traía un perfume que él conocía bien, y el sonido de un beso que veía llegar despacio, despacio, hasta que se posó en sus labios

El muchacho se llamaba Santiago. Empezaba a oscurecer cuando llegó con su rebaño ante una vieja iglesia abandonada. El techo se había hundido hacía ya mucho tiempo y un enorme sicomoro había crecido en el lugar que antes albergaba la sacristía.

La Sierra de Tejeda
Pero el viento volvió a soplar. Era el Levante, el viento que venía de África. No traía el olor del desierto, ni la amenaza de la invasión de los Moros. Por el contrario, traía un perfume que él conocía bien, y el sonido de un beso que veía llegar despacio, despacio, hasta que se posó en sus labios. El muchacho sonrió. Era la primera vez que ella hacía aquello. – Ya voy, Fátima – dijo el muchacho.

Sierra Nevada
Extraído del libro: “El Alquimista”

Escrito por Paulo Coelho.