PISTAS Y BARRO

El discurrir de la marcha se hace ameno cuando en el recorrido nos encontramos paisajes inolvidables. Caminos infinitos con trazados preciosos en donde el tiempo se detiene y el avance sobre ellos se convierte en la mejor de las carreras.

sábado, 8 de febrero de 2014

El viento de levante traía un perfume que él conocía bien, y el sonido de un beso que veía llegar despacio, despacio, hasta que se posó en sus labios

El muchacho se llamaba Santiago. Empezaba a oscurecer cuando llegó con su rebaño ante una vieja iglesia abandonada. El techo se había hundido hacía ya mucho tiempo y un enorme sicomoro había crecido en el lugar que antes albergaba la sacristía.

La Sierra de Tejeda
Pero el viento volvió a soplar. Era el Levante, el viento que venía de África. No traía el olor del desierto, ni la amenaza de la invasión de los Moros. Por el contrario, traía un perfume que él conocía bien, y el sonido de un beso que veía llegar despacio, despacio, hasta que se posó en sus labios. El muchacho sonrió. Era la primera vez que ella hacía aquello. – Ya voy, Fátima – dijo el muchacho.

Sierra Nevada
Extraído del libro: “El Alquimista”

Escrito por Paulo Coelho.

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