PISTAS Y BARRO

El discurrir de la marcha se hace ameno cuando en el recorrido nos encontramos paisajes inolvidables. Caminos infinitos con trazados preciosos en donde el tiempo se detiene y el avance sobre ellos se convierte en la mejor de las carreras.

sábado, 27 de julio de 2013

Enlazado por los brazos de la diosa

El tono de su piel, con sus suaves reflejos azulados, y el de su cabello, la lentitud de sus movimientos y su carácter silencioso, evocaban a un habitante del agua. Tenía algo de pez y si hubiera tenido una cola escamada habría sido claramente una sirena, pero sus dos piernas la colocaban en un límite impreciso entre la criatura humana y el ser mitológico. - El narrador habla de Rosa, hermana mayor de Clara y prometida de Esteban Trueba -


La despreocupada e impúdica sensualidad de Clara tampoco le bastaba (a Esteban Trueba). Deseaba mucho más que su cuerpo, quería apoderarse de esa materia imprecisa y luminosa que había en su interior y que se le escapaba aun en los momentos en que ella parecía agonizar de placer. - En la luna de miel de Clara y Esteban -


  “Igual que en el momento de venir al mundo, al morir tenemos miedo de lo desconocido. Pero el miedo es algo interior que no tiene nada que ver con la realidad. Morir es como nacer: solo hay un cambio – había dicho Clara”.


 “...Pero Trueba no quería oír hablar de vender. “La tierra es lo único que queda cuando todo lo demás se acaba” repetía igual que lo hacía cuando tenía veinticinco años y lo presionaban su madre y su hermana por la misma razón...”


 “...y el deseo me volvió con la fuerza de otros tiempos y sin dejar de acariciarla y besarla fui quitándole la ropa a tirones, con desesperación, comprobando feliz la firmeza de mi masculinidad, al tiempo que me hundía en el animal tibio y misericordioso que se me ofrecía, arrullado por la voz de pájaro ronco, enlazado por los brazos de la diosa, zarandeado por la fuerza de esas caderas, hasta perder la noción de las cosas y estallar en gozo...”


Extraído de  “La Casa de los Espíritus”

 escrito por Isabel Allende.

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